Trump y el autoritarismo
- Ernesto Astonitas
- 10 ene 2021
- 2 Min. de lectura

Aún existe ese nombre que resuena en un país que no actúa como potencia mundial. Frente al evidente intento de Trump bajo el nombre “América First” con una ola de aficionados entrando al capitolio. Al punto de censurarlo en las redes que retomaba lo mencionado por George Orwell en su gran obra «1984» sobre la libertad de expresión. ¿Celebramos su censura porque es un «mal para el mundo» o es que no sigue los filtros de las redes sociales frente a nuestros intereses propios?
Una de las principales razones para sustentar el dicho es el autoritarismo establecido por Donald Trump. Ello le ocasionó problemas cítricos en la política exterior con sus aliados, tensiones en China frente a las empresas Xiaomi y Huawei, conflicto con Corea del Norte y Rusia, los problemas racionales frente a una supremacía blanca bastante explícita y el aumento del desempleo junto a la informalidad por las irregularidades en su gestión en estos 4 años de mandato. Trump es un política que nunca en la vida ha tenido varias oportunidades para realizar bien su gestión frente a los problemas sociales en Estados Unidos. No quiso y pagó muy caro.
El último presidente derrotado que intentó desempeñar un papel de intermediario en el poder después de dejar el cargo fue Herbert Hoover, quien se posicionó para volver a presentarse tras su derrota en 1932 a manos de Franklin D. Roosevelt y se convirtió en un líder declarado del ala conservadora del Partido Republicano. Aunque ejerció una influencia significativa durante años, no volvió a ganar la nominación ni cambió el veredicto de la historia.
Las críticas contra las encuestadoras en Estados Unidos se han endurecido en el periodo de las elecciones cuando medios nacionales e internacionales buscaban a toda costa la victoria de Joe Biden. El candidato demócrata no logró la “aplastante victoria” que se proyectaba. Por el contrario, Donald Trump lo hizo mejor de lo que muchos esperaban—o eso es lo que te quieren decir—ante el tema político. Por un momento, incluso hubo una buena probabilidad de que fuese reelegido en ese entonces. No reconocerá su derrota, eso hay que tenerlo claro.
Otro tema a tener en claro sobre lo ocurrido hace unos días es el evidente racismo en Estados Unidos. Basta ver la bandera de la confederación—que representa históricamente la supremacía blanca y aquellos que estaban en contra de la abolición de la esclavitud previo a la guerra civil en el siglo XIX—dentro del capitolio en un intento de mostrar poder frente a sus opositores. Si entraban afroamericanos, otras serian las imágenes. Solo queda esperar que las medidas de Biden no sean tibias para reencontrarse tóxicamente con la «democracia». Como mencionaba Cesar Hildebrandt: «De la pérdida de la hegemonía absoluta pueden salir, para enfrentarla, la sabia paciencia o el grito nerd. Trump es la solución que imaginó la estupidez».
El 20 de enero Joe Biden asumirá la presidencia en un país en caos, que ha mostrado sus falencias sociales, económicas, culturales, en estos últimos 4 años. Tanto el anterior mandatario como un sector de la ciudadanía y gobernantes son responsables de que la potencia siga cayendo frente a un mercado chino en crecimiento de expansión.

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