Recuerda, todo pasa
- Ernesto Astonitas
- 9 mar
- 2 Min. de lectura

Hay nostalgias que no pueden borrarse, ni decisiones de las cuales arrepentirse. Acciones acertadas, pero también decepcionantes, llevadas a una oscuridad que se espera recompensar en el amanecer.
Todo pasa, como los cambios de calles silenciosas que se contagian del ruido contaminado de una ciudad sumida en el caso, la resignación, pero también de quienes buscan vivir (o apañarse) de los pequeños detalles.
Todo sucede como en un limbo -entre las emociones y los sentimientos- porque al final la imperfección del ser humano es esa: sentir y decidir. No sería justo conseguir todo lo que uno se propone, pues el fracaso -pese al esfuerzo propio que se avanza en la rutina diaria- es necesario para madurar nuestras percepciones y visiones.
El camino de quienes buscan encontrar un equilibrio entre lo profesional y personal. Porque la construcción de valores es lo que define la calidad humana de quienes -alguna vez- se ha llegado a endosar por nuestras emociones fuera de lo ordinario.
Ser bueno no es garantía de calidad de vida, así como ser malo tampoco de fracaso. En la actualidad, sería el denominado 'karma' lo que dictaminará la resolución final de cada persona.
Todo pasa, incluso como aquellos placeres a tiempo parcial que en lo público se considera un pecado. Como bajo las sombras llenar emociones a corto plazo en el 'burn out' de la rutina diaria de un trabajo, actividad o convivencia.
Pero no puede ser eterno, se llega a un punto donde cada uno define lo que busca (y necesita) en su vida. Y ese momento es cuando no puedes subirte al mismo tren, incluso cuando te cubras con una máscara de hierro para culparte de tus errores.
En ese momento se abandona la insistencia para definir los lazos que se requieren para llenar el alma que depende del estado de ánimo como una montaña de papeles.
Porque al final dentro todo se busca la excepcionalidad de ser visto, valorado y reconocido. Solo así se podrá construir la sensación de conocerse y reconocerse en las andaduras del alma y convivir con tu alrededor, sea ahora o en un futuro próximo.
Jamás debemos olvidar que la vida es demasiado corta y el oficio de vivirla es tan difícil. A veces es mejor cerrar esas heridas y valorar las pequeñas cosas. Recuerda, todo pasa.
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